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2 ago 2013

EL RITMO PERDIDO


SANTIAGO AUSERÓN     "EL RITMO PERDIDO. Sobre el influjo negro en la canción española"

Resulta más que interesante enfrentarse a este libro del líder de Radio Futura y Juan Perro y encontrarnos, gratísima sorpresa, con que el señor Auserón se nos ha convertido en un ameno y celebrado etnomusicólogo. Y digo sorpresa porque tal ha sido la connotación personal del altísimo nivel narrativo y científico que el autor prodiga en sus páginas. Y no es que pensara que Santiago Auserón pudiera caer en un trabajo de índole menor, conociendo sus muy importantes credenciales como compositor y hombre de música , pero he de reconocer que según iba profundizando en su lectura, el conocimiento del tema tratado por el autor me enfrentaba , gustoso y encandilado, a una sensación de estar inmerso en una obra que ya es de obligada referencia.

Si la columna vertebral del tema tratado nos habla de las tradiciones rítmicas peninsulares, de sus contactos iniciales con la música del continente africano, a través de árabes y beréberes, la convivencia posterior con los esclavos negros y, finalmente, los flujos y reflujos entre las colonias americanas y la metrópoli, ello no deja de lado el estudio ensayístico sobre aspectos meramente literarios, eso sí, conectados con la influencia de la música en la historia cultural de nuestro país. Lope de Vega, Calderón, Quevedo, Cervantes y Góngora, tanto en su obra teatral como novelística y poética, recogen las influencias de la cultura africana y la hacen suya, unos con un enfoque alineado al concepto y significado de perpetuación de la  "pureza de sangre" de entonces, otros más permisivos y liberales en su visión, proclives al reconocimiento de una cierta realidad multicultural en nuestro Siglo de Oro, todos ellos, mal les pesara,  objeto de control de un estado todavía contrareformista y vigilante.

También hay cabida para la aparición de la etnia gitana como receptora y, de una manera palpable, renovadora del ritmo africano en nuestro solar. El flamenco, con sus tangos y siguiriyas, adquiere carta de presentación como eslabón último entre una forma popular de entender el baile y la canción, el ritmo musical en definitiva.

A parte de estos aspectos mencionados, son muchas las madejas de las que se sirve Santiago Auserón para hilar su argumentos y opiniones, nunca dejadas al albur de una opinión sin un peso contrastado por lo que se adivina estudio concienzudo, base bibliográfica más que profusa, conocimiento extenso de los elementos puramente técnicos de la ciencia musical, recurso a antecedentes filosóficos relacionados con la concepción anímica del hombre, con su visión universal y logos, relaciones matemáticas con el fascinante mundo de la propia génesis y composición rítmica. Y si en algún momento el empleo de un lenguaje demasiado técnico, que existe y es necesario mencionarlo conforme se tratan aspectos que lo requieren, pudiera hacer la lectura algo más farragosa, el autor los emplea en la medida adecuada, sabedor de que muchos de sus lectores son legos en la materia.

Final poético, Auserón removiendo con sus manos las aguas oscuras del Misisipi, recordando la misma escena que hiciera con su Ebro natal en Zaragoza, muchos años atrás. Auserón reconociendo su alma negra como ganadora de una partida que todavía no ha tenido fin. Libro de obligada lectura pues para todos los amantes de la música, para todos aquellos que, como el que suscribe, empieza a descubrir con los años que esta pasión por la música nos hermana, nos une, nos hace sensiblemente mejores.

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